Cuando los de mi generación éramos
pequeños, acostumbrábamos a cantar en las excursiones escolares una canción muy
popular: “Vamos a contar mentiras” (http://bit.ly/1wWeTBf
). Nos parecía muy divertida. Las descripciones de la letra de la canción, eran
a cual más falsas y lejanas de la realidad. Pero a nosotros, niños
inconscientes, nos encantaban.
Estamos
en año de elecciones y no sé por qué extraño
pensamiento (todavía me da por pensar), he relacionado esta canción
popular con las diversas “canciones electoralistas” que ya han comenzado a
interpretar las estrellas de todos los partidos políticos.
Estoy empezando
a comparar la “letra” de las anteriores
promesas electorales, con la “música” al son de la cual hemos tenido que bailar
los ciudadanos. Y me refiero a las diferentes “piezas electorales” de las
anteriores campañas. No excluyo (¡ojala pudiera!) a ningún “compositor”, sea cual
sea su procedencia, de las partituras de los anteriores conciertos (¡perdón,
elecciones!).
La
comparación de la realidad que vivimos, los que vivimos la realidad, con la realidad
que nos intentan meter por los ojos los causantes de tantas calamidades, no puede ser más desoladora. La interpretación
de aquéllas partituras, es un continuo desafinar de música y un trabalenguas de
letra. En una palabra: un fraude.
Pero
en esta nueva excursión escolar, perdón elección democrática, no voy a cantar
la música que van a tratar de imponerme los ínclitos compositores de esa particular
y cerrada “Sociedad de Autores” en la que se han transformado nuestros
políticos. No voy a darles el gusto de tener que pagar sus “derechos de autor”
con mi voto.