Desde la celebración de las elecciones
del pasado 20 de diciembre, estamos en una situación de provisionalidad
gubernamental: “Gobierno en funciones”. Y todos nuestros políticos, todos, sean
del partido que sean, “tan panchos”. Entretanto los ciudadanos que acudimos a
esas elecciones, el 73,20 % del censo electoral, es decir más de 25 millones, nos
encontramos en un estado de incertidumbre, de impotencia y de cabreo,
considerables. ¿Para qué ha valido nuestra opinión, nuestro voto?. ¿Son conscientes
los políticos, repito, del partido que sean, que su cometido es atender los
deseos de los votantes? Tengo mis dudas.
Se
da la circunstancia de que en estas elecciones, nosotros los ciudadanos, hemos
considerado oportuno no votar masivamente a los de siempre. Nuestro voto ha
estado muy diversificado y ha querido decir a los políticos, repito, a todos,
que se tienen que poner de acuerdo para gobernar un país en el que los
ciudadanos han expresado que se acabó eso de dos bandos: izquierdas y derechas.
Y que tan importante es el voto a un partido tradicional como a otro emergente.
Para
desgracia de los votantes-ciudadanos, creo que estamos constatando sobradamente
que los diputados electos tienen una dimensión humana muy baja. Les importa un
bledo la ciudadanía y el mensaje recibido en las urnas. Además, son incapaces
de algo tan importante como dialogar y negociar. Todos, cada cual a su estilo,
parten de la premisa de sus “líneas rojas”, de que sus electores no
comprenderán que negocien, con los que han elegido otros ciudadanos, siendo
esos otros ciudadanos tan importantes como sus electores. Nuestros políticos
solo piensan en estos momentos en “calzarse” un buen puesto en el futuro
Gobierno. Al ciudadano que le den. Al “tonto útil” que elección tras elección
sigue siendo manipulado, que le den. Ellos entretanto solo tienen una única
obsesión: poner a parir al de enfrente y chupar cámara en los informativos. Además
cuentan para ello con la inestimable colaboración activa de los medios de
comunicación, que consiguen llenar horas y horas de programación con
entrevistas, reportajes y rifirrafes entre los distintos cabezas de lista de
los diferentes partidos.
Me
considero engañado y manipulado por toda esta gente. Cada vez tengo menos
confianza en ningún político, sea del color que sea. Y todo esto sin hacer
mención a ese fenómeno que se produce a diario: la corrupción. Tengo, cada vez
más la sensación, de vivir en una sociedad que considera normal el saqueo
al bien público; a esos bienes que son
de todos nosotros y que son utilizados en beneficio de una panda de golfos
debidamente distribuidos en los diferentes partidos políticos.
Conclusión
personal: conmigo que no cuenten para seguir siendo “tonto útil”. Votaré en
todas las elecciones futuras, porque no quiero dejar de ejercer mi derecho,
pero votaré en blanco o nulo. El día que entienda que se produce una regeneración
ética entre los políticos, pensaré de nuevo en votar a alguien.