lunes, 29 de agosto de 2016

COMO DERROCHAR NUESTROS IMPUESTOS

         Ayer leía en El País (edición digital) que “Congreso y Senado gastaron 600.000 euros en 39 viajes internacionales en la legislatura fallida” http://bit.ly/2bXGII2. En el artículo se comenta que el  viaje más caro fue a Estrasburgo. Duró cinco días y viajaron cuatro senadores, ocho diputados y una letrada; total trece personas. Coste del viajecito 104.999,33 euros. Lo que equivale a un coste de 8.076,85 € por persona., es decir un 369,10 % más que el salario medio mensual en España en 2.015 (2.188 €/mes).         
A mí me gusta viajar y me organizo viajes a mi gusto y medida. Utilizo para ello el portal de Booking para buscar hoteles y las webs de las compañías aéreas para comprar los billetes de avión. Pues bien, he decidido ver cuánto me costaría viajar a Estrasburgo durante cinco días, comprando billete de avión en clase Business  y en hotel de alto nivel. Y comiendo y cenando en restaurantes caros. El resultado es éste:
·            Billete de avión, ida y vuelta, con Iberia Business Class: 1.579 €
       Hotel Gutenberg 4*. Calificación Booking 8,8 fabuloso; en el centro de la ciudad. Precio 5 noches, del lunes 24/10 al sábado 29/10, en régimen de  alojamiento y desayuno, habitación individual “executive” (20 m2), con todo lujo de detalles: 1.338 €
          Supongamos que diariamente me cueste comer 150 € (75 € comida y 75 € cena). Total 5 días 750 €.
    Supongamos también que me gasto 200 €/día en diversiones varias, es decir, en cinco días 1.000 €.
         Coste total de mi viaje: 1.579+1.338+750+1.000 = 4.667 €.
   Es decir, el viajecito de marras organizado por un aficionado, como yo, saldría 3.409,85 € más barato; un 42,21 % más barato. ¿Dónde está el truco?. Si nuestros diputados y senadores van con todos los gastos pagados, ¿en que se han gastado los 3.409,85 € que sobrarían?. Por otra parte, creo que en el supuesto que he efectuado he hinchado suficientemente los gastos. Dudo que se llegaran a producir con gente normal.  
   Me gustaría que alguien con responsabilidades supervisoras en los gastos de Diputados y Senadores me aclarara estas dudas y, si estuviera equivocado, me corrigiera. De todas formas, me parece un saqueo a la Hacienda Pública, es decir a nosotros los contribuyentes, que se produzcan estos despilfarros. Y tan solo estamos analizando una pequeñísima muestra de cómo se gastan nuestros impuestos.
         Hechos como estos son los que me llevan a desconfiar, cada vez más, de todos nuestros representantes políticos. En mi opinión, el nivel de inmoralidad vigente en la clase política española y la correspondiente corrupción que la acompaña es sencillamente acojonante.  


martes, 23 de agosto de 2016

SOCIEDAD DIGITAL. MUNDO VIRTUAL

             
         Desde su aparición como tal, el ser humano ha sido un ser sociable. Ha necesitado del resto de seres de su especie para subsistir. Y ha evolucionado más que el resto de los seres vivos, porque cuenta con un cerebro superior al del resto de los otros seres, que le permite desarrollar unas habilidades cognitivas superiores, que le diferencian del resto. Pero al igual que el resto de los seres vivos superiores necesita ver al otro de su especie, oírlo, tocarlo, olerlo (aunque huela mal), sentirlo cerca.

            La evolución humana ha llegado en la actualidad a un tipo de sociedad que llamamos digital, que le proporciona al hombre un modo de vida diferente. No creo que sea mejor, pero también creo que no hay que idealizarlo ni menospreciarlo. Hoy solo pretendo dar mi opinión sobre esta nueva “Sociedad Digital” que estamos configurando; sobre el “Mundo Virtual”.

            Estos avances tecnológicos han modificado un esquema de vida tradicional que se ha mantenido prácticamente invariable durante un largo periodo de tiempo. La tecnología digital nos ha proporcionado muchas ventajas materiales. Nos ha evitado  esfuerzos físicos. Ha  puesto a nuestro alcance una infinidad de nuevos inventos que nos evitan esfuerzos que anteriormente debíamos realizar en tareas rutinarias. Nos ha permitido el acercamiento virtual a gentes lejanas, mediante comunicaciones instantáneas con cualquier persona sin importar la distancia. Para qué seguir citando datos de todos conocidos.

            Además de ventajas materiales, esas nuevas tecnologías nos permiten incrementar fácilmente nuestros conocimientos y responder muy positivamente a nuestras inquietudes formativas e intelectuales.

            Todos estos avances han permitido a esta sociedad avanzada, entre otras cosas, ganar tiempo en la realización de tareas rutinarias que nos exigían desplazamientos que hoy consideramos inútiles. Pero ese ahorro de tiempo tiene una contrapartida, que a mí se me antoja muy costosa. Me refiero a que ese tiempo no empleado en antiguas rutinas, hoy me lo consume (quizás hasta me lo roba) las nuevas rutinas tecnológicas; la nueva dependencia del avance técnico. Además, me convierto en presa fácil de la manipulación, por parte de los poderes que manejan esas nuevas tecnologías.

Esos “poderes tecnológicos”, saben dónde estoy, qué necesidades tengo. Me acosan reiteradamente con el ofrecimiento de productos que no necesito. Invaden mi privacidad (si es que virtualmente la tengo), etc. En resumen, ese supuesto tiempo que gano tiene un elevado coste personal que quizás no valoro adecuadamente. Simplemente me dejo llevar por la “cultura virtual”, sin pensar en estas contrapartidas.

            Puede parecer que desdeño esa “Sociedad digital”, ese “Mundo Virtual” en el que sí o sí, me muevo. No. Ni desdeño ni abomino de ello. Simplemente quiero reflexionar sobre el elevado coste que pago por esa comodidad virtual. Sobre el riesgo de aislamiento al que me expongo con mis congéneres más cercanos. Sobre el riesgo de “soledad física” que me puede provocar esa “socialización virtual”. Sobre el riesgo de olvidar mi condición animal (muy importante) y llegar a no escuchar a esa persona que está a mi lado. Olvidar que es alguien real, igual que yo, y que, como yo, siente la necesidad de saberse considerado por el otro. Siente la necesidad de una mirada, de una palabra, de un abrazo, de una caricia, de la cercanía de otro ser igual de importante que él.


            En el mundo cotidiano en el que me muevo, observo cada vez más, la imagen de personas caminando con la vista y la mente clavadas en un artilugio, ajenas a su alrededor; a veces incluso, con riesgo de su seguridad personal. Observo en un restaurante a dos personas, una frente a otra, tecleando su móvil enviando WhatsApp de forma continua, sin mantener conversación alguna con su acompañante. En una palabra, siento una pena enorme por ver cómo esa maravillosa comunicación con la persona más cercana se está perdiendo. Me parece un atraso no tener esa comunicación; con las connotaciones de gestos, cambios de tono de voz, expresiones alegres o tristes, etc. ¡Siento ver a tantos y tantos congéneres desprenderse de algo tan esencial como la cercanía del otro!