lunes, 8 de junio de 2009

¡AUX ARMES CITOYENS!

Me encanta la palabra ciudadano. Dice el diccionario de la RAE que se trata del “habitante de los estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene ejercitándolos en el gobierno del país”.

En la Europa del siglo XVIII y hasta la Revolución Francesa de 1789, solo había súbditos. A partir de ese momento y de forma sangrienta y muy laboriosa se fue configurando el ciudadano, de manera que hoy, acabadas las dictaduras del siglo XX, podemos decir que en Europa somos unos 490 millones de ciudadanos.

Todos estos ciudadanos, sujetos de derechos políticos, intervenimos en el gobierno de nuestros respectivos países e incluso tenemos derecho a elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Para ello contamos con el arma de nuestro voto en cada una de las elecciones en las que participamos y con el arma de nuestras ideas, que podemos expresar libremente.

Pero, ¿somos conscientes del poder de nuestras armas?, ¿cargamos nuestras armas con la pólvora de las ideas?, ¿dejamos que nos las conviertan en armas de fogueo?, ¿o simplemente dejamos que nuestras armas se apolillen por no utilizarlas?.

La letra de la Marsellesa, todo un símbolo de lucha por la libertad, dice que: “contra nosotros, la tiranía, el estandarte sangriento elevó ¿Escuchan ustedes en los campos, rugir a esos feroces soldados?. Ellos vienen hasta nuestros brazos, a degollar a nuestros hijos y compañeras!”, por eso dice mas adelante: “¡Aux armes citoyens!. ¡A las armas ciudadanos!”.

Hoy esa tiranía tiene una forma social mas sutil, pero tan peligrosa o mas. Es esa tiranía del consumismo y de la filosofía del “tener”, que eleva su sangriento estandarte publicitario para que me convenza de que mi coche tiene que ser mejor y mas grande que el de mi vecino. Que tengo que ser eternamente joven con aquél milagroso y costoso tratamiento. Que tengo una necesidad ineludible de tener al menos dos televisores que me domestiquen un poco mas. etc. etc.… .

Esos “feroces soldados que rugen en los campos y que vienen a degollar a nuestros hijos y nuestras compañeras”, es ese paro galopante producto del cierre de tantos negocios especulativos, verdadero ejército devastador. Y yo, ¿qué hago?. ¿Soy algo pequeño incapaz de luchar por conseguir un mundo mas justo y mejor?, ¿o tengo una fuerza que me dan mis armas democráticas y que por comodidad no utilizo?. Por eso me atrevo a proclamar ardorosamente. ¡A las armas ciudadanos!. A nuestras armas. A utilizar nuestras armas pacíficas.

Acaban de pasar unas elecciones y nuestras armas, en este caso nuestros votos, han sido infrautilizadas. Acabamos de dar una oportunidad mas a la tiranía para que enarbole de nuevo su “estandarte sangriento”.

Es necesario despertar. Y desde aquí propongo una movilización permanente. No solo de nuestros votos, cuando sean necesarios, sino de nuestras ideas constructivas. Hoy muchos ciudadanos tenemos, además, otra arma muy eficaz: la sociedad en red configurada en Internet. Esto nos permite un intercambio mundial de ideas, de inquietudes, de propuestas, de soluciones, de alternativas, de iniciativas. En suma, podremos conseguir quizás, que nuestros representantes políticos cumplan con su deber representativo y escuchen alto y claro las inquietudes de sus representados.
Podremos luchar contra los lobbys y las multinacionales de muchas formas. Podremos denunciar tanta corrupción como nos invade. Podremos airear los múltiples abusos de poder, económico, político o social que se dan continuamente. Seguro que con un poco de imaginación lo conseguimos. Sé que es casi una utopía, pero una sociedad que no crea en las utopías es una sociedad muerta.

Me resisto a vivir en una sociedad muerta. Por eso os animo a todos y me animo a mí mismo: ¡Aux armes citoyens!.

6 comentarios:

Domingo dijo...

Lo malo, Armando, es que para articular lo que propones se necesita que nos involucremos y adquiramos compromisos y eso, involucrarse y comprometerse, amigo mío, no se encuentra entre las cualidades principales de nuestra narcotizada sociedad civil. Protestamos mucho y todo lo queremos, pero sin comprometernos ni responsabilizarnos, y así es como nuestras armas seguirán criando polvo en la armería. Creo en la acción local como elemento transformador de la realidad cotidiana más cercana a cada uno de nosotros, pero soy muy escéptico respecto a nuestra capacidad de sumar individualidades para emprender un proyecto más ambicioso. No sé, quizá es que aún no he encontrado la fórmula que obre el milagro.

Fernando Solera dijo...

Yo creo que cada uno de nosotros puede y debe poner su granito de arena para que el mundo cambie. Estoy totalmente de acuerdo contigo, Armando, en que internet puede ser una herramienta estupenda para intentarlo. Lo fundamental es creer que lo podemos conseguir.

Por cierto, tu estupendo artículo me ha recordado mi himno favorito, "La marsellesa". Un abrazo.

emilio dijo...

Hola Armando: La verdad es que, con la que está cayendo dan ganas de salir a la calle ¡ya!
Debo decirte que me parece muy bien el tema que has tocado y cómo lo enfocas. Efectivamente, hoy las armas no pueden ser los fusiles. Hoy nuestras armas son: nuestra voluntad, nuestras ideas y nuestras palabras.
Por cierto, hablando de la Marsellesa y de la revolución francesa, uno de los lideres de mayo del Daniel Cohn-Bendit ha tenido un importante éxito en las elecciones francesas al PE.
Habrá que seguir el tema con interés, ¿no te parece?

julio navarro dijo...

Año 1387. Anselm Turmeda escribe

diners de tort fan veritat
e de jutge fan advocat
savi fan tornar l'hom orat
pus que dells n'haja


(dinero de mentira hace verdad
y de juez hace abogado
sabio vuelve al hombre loco
más que tuviera!)

No digo que tu idea sea imposible, sólo que es bastante utópica, e incluso ucrónica (si existe la palabra).

Y recuerda al Principe de Salina, de Il Gatopardo y su famosa (y tergiversada frase) "Si queremos que todo siga estando como está, es necesario que todo cambie"

Salut

LUFERURA dijo...

Estimado Armando,

Creo que tímidamente has dado un paso adelante, hasta ahora los internautas solemos ser bastante negativos. Decimos lo que no nos gusta y pocas veces hayamos propuestas. En este caso te has aventurado a proponer algo, al menos así me lo parece, y estoy de acuerdo en todo. Que nuestro voto es infrautilizado y que nuestra voz pocas veces se escucha, o se hace por escucharla. Todos dicen que la abstención es preocupante... y lo preocupante es, sobre todo, esa pérdida de ilusión de tener la capacidad de poner nuestra opinión en liza.

Un abrazo.

emilio dijo...

Hola armando, estoy buscando en tu blog un mail de contacto, pero no lo localizo. escribeme a emilio@iesmonterroso.org para un tema que te quiero plantear.