martes, 22 de junio de 2010

FINANZAS DE ANDAR POR CASA (II). EL CLIENTE

Decía en mi anterior artículo que debemos creernos la importancia que tenemos como Clientes de los bancos y cajas de ahorros. Hoy quisiera comentar nuestros hábitos de compra. Cómo nos comportamos como Clientes cuando nos acercamos a determinados comercios y cómo actuamos como Clientes de un banco.
Pongamos por caso que voy a El Corte Inglés porque necesito comprarme un jersey. El proceso de mi compra es más o menos éste.
Me doy una vuelta por la sección de jerseys, veo los que tienen (color, precio, etc.), hasta que encuentro uno que me gusta. Compruebo si hay de mi talla (que como nunca me acuerdo debo consultarla a un dependiente), me lo pruebo, me miro en un espejo a ver qué tal me sienta y finalmente decido comprarlo. He realizado todo este proceso para invertir, pongamos que 50 euros, que es el coste del jersey.
Luego voy a la frutería. Mi compra se desarrolla más o menos como sigue:
“Póngame 1 kilo de melocotones de esos de ahí, que tienen buena pinta; otro kilo de albaricoques, ¡qué estén dulces! (el frutero me da uno para probarlo) y otro kilo de cerezas (también las pruebo)”. Pago la factura, pongamos que 10 euros, y me voy.
Analizamos estas dos compras y vemos que los productos que hemos comprado, los conocíamos previamente, los vemos, los tocamos, los probamos. … .En fin, los examinamos con más o menos detalle, antes de decidir la compra. Por otra parte las compras son de un importe pequeño.
Cuando vamos a otra tienda llamada banco, nuestro proceso de compra es diferente. Para empezar, nos suena raro eso de ir al banco a comprar. Pues sí, el banco (o la caja), es otra tienda más. Y como cualquier tienda vende algo y los clientes que van a esa tienda compran algo. Pero, ¿de verdad cuando voy al banco me siento tan Cliente como en El Corte Inglés o en la frutería?. Pues me sienta o no, lo soy.
Además, es muy probable que, como cobro la nómina por mi cuenta, pago también por la misma cuenta las facturas de luz y teléfono, me he acostumbrado a sacar dinero de mi cuenta a través del cajero automático, quizás esté pagando la hipoteca sobre mi casa e incluso haya sido capaz de ahorrar algún dinerillo y también lo tengo depositado en el mismo banco, pues estoy “casado” con el banco a tope. Eso es ser Cliente; eso es comprar diariamente en el banco un montón de productos que me vende y que me cobra.
Vamos a analizar ahora cómo compro en el banco.
Suelo comenzar mi relación como Cliente abriendo una cuenta corriente o una libreta de ahorros, a través de la cual domiciliaré todos mis cobros y pagos periódicos. También suelo comprar en ese momento alguna tarjeta, aunque solo sea la de débito, para sacar dinero de los cajeros. El empleado que me atiende, me da a firmar un montón de documentos que, por supuesto no leo, y firmo obedientemente en el lugar que me indica. Luego, probablemente me quejaré de que me cobran tal o cual comisión, que acepté con mi firma en aquel momento inicial.
Como soy un poco ahorrativo y en el trabajo me va bien, he conseguido reunir 15.000 euros que me gustaría rentabilizar. Voy al banco y le pregunto al empleado que me atiende en qué puedo invertir esos ahorros. Es muy probable que me atienda un joven que desarrolla la función comercial en aquella sucursal y que tiene unos objetivos que cumplir. Sin indagar mucho sobre mis necesidades, me ofrece un maravilloso depósito a plazo, que están comercializando en ese momento y que tiene una rentabilidad muy atractiva. Eso sí, de los 15.000 euros, la mitad se colocan de una manera y el resto de otra. El “primer tramo” queda depositado en una cuenta al 3% (por ejemplo) y el “segundo tramo”, se coloca a un “interés variable”, en función del comportamiento que tenga “una cesta de valores” o la evolución del “Eurostoxx 50” o el “Cac 40” (por ejemplo). Además me indica que ahí está precisamente la expectativa de tener una rentabilidad muy superior a la del “primer tramo”. Me indica además que tengo que decidirme pronto, porque está teniendo mucho éxito y el plazo para contratar esta maravilla finaliza dentro de tres días. Yo no me entero de nada: no sé qué es eso de “una cesta de valores” y lo del “Eurostoxx 50 o el Cac 40” me suena a chino. Pero el chaval parece muy seguro de sí mismo y no para de repetirme que tome una decisión rápida porque se acaba el tiempo de esta atractiva oferta. En consecuencia y ante estas “evidencias”, firmo el contrato y coloco mis 15.000 euros, que tanto me ha costado ahorrar, en ese producto tan novedoso y rentable.
El comercial del banco, anota en su listado de objetivos 15.000 euros más y el Cliente, es decir yo, acabo de comprar algo que no tengo ni puñetera idea qué es y que, si la suerte de acompaña, podré recuperar íntegros mis 15.000 euros al final del plazo convenido. Me acaban de colocar eso que los ingenieros financieros han bautizado como “depósito estructurado”.
Hace unos dos años, recibí un e-mail con una serie de definiciones jocosas sobre productos financieros. La de Depósito Estructurado, decía así: “Depósito que realiza un cliente en el que, si una serie de hechos totalmente fortuitos coinciden, se le da un vale para cambiar por un derivado, que se convierte en una opción de futuro sobre un mercado emergente. El cliente nunca pierde dinero; eso sí, tampoco lo encontrará”.
Quizás he exagerado en la exposición de la operación de los 15.000 euros. Lo he hecho deliberadamente con la intención de destacar lo cándidos que somos, a veces, en nuestra manera de comprar en un banco. Si este cliente, conociera previamente lo que va a comprar y decidiera hacer esa inversión, a pesar de la incertidumbre sobre la cifra de interés que va a cobrar, sobraría todo el relato y la broma posterior. Habría tomado una decisión de compra razonada y fundamentada en un conocimiento previo. Si luego le sale bien o mal la operación, es otra cosa.
Mi intención hoy, es la de trasladar al lector que él es el CLIENTE del banco y que él es el que tiene que conocer lo que quiere comprar. Y si no conoce lo que le ofrecen, que no le dé ninguna vergüenza preguntar. Recuerde: en El Corte Inglés se prueba el jersey antes de comprar y en la frutería ha probado las cerezas.

5 comentarios:

Fernando Solera dijo...

Lo que acabo de leer bien se podría resumir con una frase que leo frecuentemente en internet:

RECUERDA, EL BANCO NO ES TU AMIGO.

Un abrazo, Armando.

emilio dijo...

Es cierto, Armando. cuando uno entra en un banco, parece que está ya "vendido" de antemano. Y es por eso, por falta de información. Tanto si queremos invertir, como a la hora de una hipoteca...o simplemente, firmar una letra.
Yo podría contar muchas "cosillas" sobre estos temas, pero temo aburrir a tu contertulios.
Lo único que diré ahora es que hace unos años tuve que "parar" un plan de pensiones porque yo ingresaba dinero y a final de año el banco me envíaba un balance en el que, en lugar de ganar, siempre perdía. Unos años por una cosa y otros por otra...Un abrazo: emilio

armando alonso dijo...

Emilio, precisamente en diciembre de 2008, se me ocurrió escribir algo sobre el tema de Planes de Pensiones. Por si te apetece leer algo al respecto, te paso el enlace. http://armandoalonso.blogspot.com/2008/12/planes-de-pensiones.html.
Un abrazo.

Elefante Blanco dijo...

Una buena información, como la que tú proporcionas, no es nada fácil de encontrar, y lo peor es que no es por dejadez sino por interés.

Gracias y un abrazo.

Domingo dijo...

Nunca lo había mirado de ese modo, amigo Armando, pero tienes más razón que un santo. Es lo que tiene entrar asustadizo y arrugado en los bancos, que caes en todos los cepos que te tienden.