Ya hemos llegado al convencimiento de que el Cliente soy yo y que tengo que conocer los productos antes de comprarlos. Pero, ¿qué es lo que se puede comprar en un banco o caja de ahorros? ¿cuáles son esos productos?.. Comencemos por los más conocidos y más adelante nos ocuparemos de los más complejos. Con el fin de no dispersarnos, voy a tratar de describir los productos financieros por “familias”: depósitos, préstamos, tarjetas, etc. etc. Hoy comenzaremos por los Depósitos más sencillos.
Imagino que todos nosotros tenemos una Cuenta Corriente o Libreta de Ahorros a la vista en algún banco o caja de ahorros. Es el depósito más elemental y es a través de este producto por donde fluye nuestra economía doméstica: desde el abono de la nómina o pensión, hasta el cargo por ese donativo periódico que hacemos a “Médicos sin fronteras”. Nuestra Cuenta Corriente es una radiografía muy exacta de nuestra vida económica.
Cuando contratamos este tipo de cuentas es muy recomendable (yo diría que necesario) preguntar cosas como éstas:
• ¿Qué comisiones tiene la cuenta por: apuntes, mantenimiento, descubiertos, transferencias, ingresos en cheques o talones, devoluciones de cheques ingresados, banca por internet, etc. etc.?
• ¿Qué valoración tienen los ingresos y los pagos, y qué es eso de la “valoración”?. ¿Por qué si en mi cuenta he tenido siempre un saldo aparentemente positivo, alguna vez el banco me ha cargado una “comisión por descubierto” o intereses negativos?.
• ¿Tiene algún coste que el banco me facilite un talonario de cheques?
• ¿Qué comisiones tengo que soportar con las tarjetas de débito y crédito que con tanta diligencia me quiere vender el empleado que me está abriendo la cuenta? Insistir mucho en los costes del pago aplazado de las compras efectuadas con tarjeta de crédito. ¡Ojo con las facilidades de pago, que a veces son muy caras!. Hablaremos de ello en otro post.
• ¿Por qué tengo que llamar a un teléfono de “Atención al Cliente”, cuando tenga necesidad de ello, que sea un 902, con un coste adicional para mí?. Solicitar que te den el teléfono directo (sin 902) para el mismo fin, porque lo hay.
Para comenzar a sentirnos Clientes y conocer de qué va la cosa, este cuestionario me parece, aunque incompleto, suficientemente orientativo. El vendedor que os atienda, además de sorprenderse y tener que consultar más de una respuesta, seguro que se va a acordar de vosotros; y si alguna vez tiene la tentación de “colaros algo”, lo va a pensar previamente. A mí me parece necesario dejar las cosas claras desde el principio. Con mucha educación, pero de forma resuelta, hemos de hacer valer nuestra condición de CLIENTE.
Las Cuentas Corrientes o las Libretas de Ahorros que admiten operatoria de cargos y abonos, es decir las normales, no tienen retribución; no dan intereses. Antes, hace ya muchos años, sí generaban intereses. Hoy no. Los bancos y cajas comercializan otras cuentas, en las que no se pueden producir los movimientos habituales de la economía diaria para retribuir su saldo, para pagar al depositante algún interés. El listado de nombres con que las bautizan es de lo más variado y pintoresco. Unas son “a la vista”, es decir pueden disponerse con total liquidez, otras se contratan a un plazo determinado: tres, seis, doce meses, o más. Para la obtención de un determinado interés es habitual que el banco o caja exija algunas condiciones “colaterales”: nómina domiciliada y/o recibos domiciliados en la Cuenta Corriente, alguna Tarjeta de débito o crédito, etc. etc. . El abanico de “condiciones colaterales” es muy amplio.
Estos Depósitos remunerados no tienen ningún misterio. El banco o caja conviene conmigo en pagarme un tipo de interés anual, bien sea de una sola vez al final del periodo contratado o de forma fraccionada por periodos mensuales, trimestrales, etc. Llegados a este punto me parece oportuno hablar de esa entelequia que se denomina TAE (Tasa Anual Equivalente). En la web del Banco de España podéis encontrar información muy práctica y sencilla de manejar, incluso con simuladores, tanto para depósitos como para préstamos. Es importante tener claro y preguntar cuál es el tipo de interés nominal (real) y cuál la TAE. Quizás con un ejemplo lo tengamos más claro.
Es usual que los bancos y cajas anuncien sus depósitos en términos de TAE. Esa TAE siempre será la misma en un mismo producto, aunque el pago de intereses se produzca de diferentes formas fraccionadas. Pero nosotros lo que mejor entendemos es el concepto de interés real: los euros que nos abonan efectivamente en nuestra cuenta. Veamos un caso real y muy común (por las condiciones, no por las cantidades ni el tipo de interés).
• Importe del depósito: 100.000 euros
• TAE 4 %
• Periodicidad de abono de intereses: trimestral.
Pues bien; en este caso, el interés real (nominal) que el banco abona no es el 4 %, sino el 3,9414 %. Este depositante cobraría cada tres meses 985,35 € brutos y en el conjunto del año 3.941,40 € . Eso sí, la TAE es el 4 %. El banco no ha engañado, pero a mí me parece que sí tendría que haber advertido a su cliente que el tipo real era otro diferente de la TAE.
Es más que probable que, dada la cultura financiera media vigente, la mayoría de los clientes que decidieran contratar este depósito, esperarían un abono de 1.000 € al trimestre, lo que equivaldría a 4.000 € al año, al confundir TAE con tipo de interés nominal.
Mi recomendación en estos casos es siempre preguntar por el tipo de interés real (nominal).
Otra cuestión a preguntar, y muy importante, es si existe la posibilidad de retirar el depósito antes del tiempo establecido; hay casos en que no. Si se permitiera esta disposición anticipada (que es lo habitual), es necesario conocer qué penalización me va a liquidar el banco sobre los intereses devengados. En el peor de los casos, no podrá cargarme por intereses de penalización, más importe que los intereses que haya devengado el depósito hasta el día en que haga la disposición anticipada.
Quizás esté siendo demasiado minucioso contando cosas que probablemente la mayoría de los lectores conozcan. Mi intención es llevar al ánimo del Cliente que conozca bien el producto antes de comprarlo. “Tocar el producto”, “probarlo”, como hago con el jersey o las cerezas de las que hablábamos en un post anterior.
1 comentario:
Yo creo que lo mejor para el cliente es que se mantenga alejado de los bancos, en la medida de lo posible. Por cierto, los depósitos con tipos de interés muy altos son francamente sospechosos, porque indican que en dichas entidades están más secos que la mojama. En cualquier caso, gracias por esta labor pedagógica, Armando. Al menos a mí me resulta muy útil, sin duda.
Por cierto, me sorprende ser el primer comentarista del artículo, a pesar de que tiene varios días. Creo que a veces es conveniente no estar pendiente sólo del blog de uno, y pasarse y comentar por los blogs de gente tan interesante como Armando.
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