En estos tiempos es bastante corriente que alguien nos comente que su hijo, el hijo de un amigo o simplemente un conocido, está haciendo un “Máster”. Parece ser la panacea que resuelva todos los futuros problemas de empleo con los que se va a encontrar un licenciado, recién finalizada su carrera universitaria.
Pero ¿qué es de verdad eso de un “Máster”?. En mi opinión, es un negocio colateral y muy boyante, que han montado las Universidades, tanto me da que sean públicas o privadas, en colaboración con una serie de empresas y organismos, con el reclamo de conseguir para los participantes un empleo con mayor facilidad. En ese negocio participan activamente un elevado número de profesores de la universidad promotora del máster y una serie de colaboradores externos, que se supone tienen la formación adecuada para impartir los temas propios de la especialidad de que se trate. Claro está, todos cobran por sus colaboraciones, como no podía ser de otra manera.
La Universidad (la “Universitas”), esa institución en la que antes, además de recibir las enseñanzas propias de la carrera de que se tratase, los estudiantes aprendíamos a ser críticos, a cuestionar y polemizar sobre los más diversos temas, han pasado hoy a ser otra cosa. Creo que se gestionan no con criterios académicos, sino dando un peso muy fuerte a los criterios económicos. Y claro está, estos criterios obligan a rentabilizar estas instituciones. Y aparecen cientos de “Másteres” de lo más diverso. Por ejemplo, una prestigiosa universidad de Madrid, ofrece desde un máster en “Comunicación de Moda y Belleza Vogue”, a otro de “Ingeniería Matemática”; o un tercero de “Gestión y análisis de Políticas Públicas”. Todo ello dentro de una oferta de más de 75 másteres diferentes.
Entre la oferta que esa universidad publicita a través de su web, podemos ver que el coste de un máster de un curso académico de duración (octubre a junio), va desde 7.300 euros hasta 12.000 euros; o uno intermedio de 9.000 euros.
Cuando finaliza el alumno su máster, es frecuente que realice unas prácticas en diferentes empresas, que se dicen “colaboradoras”, en las que desarrolle los conocimientos adquiridos. Y aquí viene la segunda parte del “Business”: es bastante normal que esas prácticas sean “by the face”, es decir, sin remuneración alguna por parte de las empresas “colaboradoras”, que acogen en su seno a estos alumnos “masterizados”, a los que explotan laboralmente hablando. Puede ser muy duro el término explotación, pero en mi opinión, explotar a un trabajador es no pagarle por su trabajo. Y esta práctica está extendida y consentida por las Universidades (que conocen perfectamente el tema) y por los poderes públicos que miran hacia otro lado.
Es indudable que nuestra sociedad está sufriendo unas profundas transformaciones. Con frecuencia nos quejamos de la pérdida de valores humanísticos en favor de una prevalencia del status social y económico: “tanto tienes, tanto vales”. A mí me parece lamentable que sea la Universidad, esa institución humanística por excelencia, un activo colaborador en esa carrera por la pérdida de valores.
2 comentarios:
Hola Armando: Es cierto. La Universidad ya no es lo que era. No podemos decir que en nuestros tiempos fuera mejor. Por lo menos la mía. Podría hablar sobre este tema hasta 2012 (por no exagerar).
Lo que nos da pena es que haya mejorado desde el punto de vista técnico pero empeorado desde el punto de vista humanístico.
La gente hace un master simplemente por eso: porque sabe que tendrá más posibilidades de trabajar. Las empresas no los tulizan sólo "para explotar" a los recién llegados. También sirven para hacer una criba y quedarse con "los mejores".
Lo de Vogue es genial. Un abrazo: emilio
Por aquí no pasaron las guillotinas, y anda que no se nota. La corrupción soterrada de los masters que denuncias en tu artículo sería de juzgado de guardia si este país fuera serio. Pero claro, somos España. Qué cosas digo.
Un abrazo
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