lunes, 15 de diciembre de 2008

LOS INTOCABLES

Hace muchos años, cuando la TV. era en blanco y negro, tuvo mucho éxito una serie sobre los gangsters de Chicago que se llamaba “Los Intocables”. El título aludía a un grupo selecto de policías encargados de luchar contra Al Capone y sus muchachos, cuya característica principal era su integridad: eran intocables, incorruptibles.

La sociedad en la que nos ha tocado vivir, ha generado una serie de “intocables” (no incorruptibles), rodeados de fuertes defensas informativas, políticas, jurídicas, de oscuros intereses, … etc. que, pase lo que pase en su entorno o en el ámbito de su responsabilidad, “se van de rositas”. Me explicaré con un ejemplo.

Si a un club de fútbol le va mal en la Liga, es habitual que el que pague los platos rotos sea el entrenador; nunca el Presidente que le contrató, que en muchos casos es, además, el dueño del club. Y es más que probable que ese Presidente contrate a unos cuantos entrenadores más, que luego destituirá si las cosas se tuercen. Él es el intocable que no asume ninguna responsabilidad; para eso está el entrenador.

Pues al igual que en el fútbol sucede en cualquier organización empresarial. Cuando las cosas marchan bien, siempre hay un Presidente visible para contar los éxitos, salir en la foto y lucir las medallas. El éxito conseguido se debe a su excelente gestión. Pero cuando pintan bastos y se mete la pata hasta el corvejón y se pierde dinero y/o prestigio a espuertas, el tío de las fotos y las medallas no aparece por ningún lado. El Sr. Presidente es intocable y además, de repente, se hace invisible. Para estos casos están los entrenadores (ejecutivos medios/altos), que sin duda alguna, habrán sido los responsables del fracaso o del desaguisado.

De esta manera los intocables subsisten y sortean las crisis y lo que les echen por delante. Y cuando uno de ellos cae, el resto de intocables lo celebran secretamente. “Ya me parecía a mí que lo de Fulano no era un negocio claro” comentarán entre ellos cínicamente, mientras siguen con sus negocios tan oscuros como el del “caído”. Eso sí, por cada intocable que cae serán innumerables los entrenadores que habrá defenestrado antes. Entre ellos se encontrará ese buen profesional que tuvo la osadía de decirle al intocable aquello que no quería oír. Aquello que era una verdad como un templo y que habría evitado el fracaso. Aquello que no podía soportar su orgullo porque se oponía a su infalible criterio.

Mientras tanto, algún ingenuo seguirá esperando que algún día un Presidente, un intocable, dimita como consecuencia de los errores cometidos. Vana ilusión.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola armando: ¿por qué todo lo que dices se puede aplicar a Europa?
Cuando llegó el euro, los presidentes de cada país se atribuyeron los méritos, pero cuando empezó a hablarse de "redondeo", de inflación, etc, la culpa era del BCE.
Así se escribe la historia...

Anónimo dijo...

Se ve que el verbo dimitir no se puede conjugar en primera persona. Es una lástima.

julio navarro dijo...

Si no es por fas es por nefas. El Santander 2.300MM (¿eso son sus pérdidas previstas, o simplemente los pufos que ha vendido y de los que no se hace cargo?) El BBVA 300MM de exposición (por cierto ¿como encaja esto con los 30MM que declaran?)

Vamos que han caido en el timo de las filatélicas pero a lo grande.

Para quitarse el sombrero.

Salut