martes, 28 de septiembre de 2010

PARIS, 23 de septiembre de 2010.

El pasado 22 de septiembre llegábamos mi mujer y yo a París. Una vez más, cumplíamos con nuestra costumbre de visitar París cada dos años; éste tocaba. Pero también tocaba huelga general para el día siguiente y ésta iba a ser una experiencia nunca vivida en París por nosotros. Pregunté al taxista que nos llevaba desde Orly a nuestro hotel qué perspectivas tenía la huelga convocada. Él me dijo que iba a ser “dura”, como son todas las huelgas en Francia. En principio pensamos que lo íbamos a pasar mal para encontrar un sitio para comer y cenar. Quizás nos tuviéramos que arreglar nuestra habitación en el hotel, y … … qué se yo.
Al hacer la entrada en el hotel, ubicado en la Pl. del Panthéon, es decir, a dos pasos del Bvd. St. Michel y pegado a la Sorbona, escenarios de las movidas más señaladas de París, le hice a la recepcionista la misma pregunta que al taxista. Su contestación fue inequívoca: “Vds. no van a tener ningún problema en París. Podrán comer donde quieran, tomar un café o una cerveza normalmente, ir a los grandes almacenes y, por supuesto, en este hotel no hacemos huelga. Únicamente podrán encontrar dificultades en el transporte público”.
La cosa estaba clara. Haríamos la vida normal de turista que solemos hacer cada vez que estamos en París. Los problemas que hubiera con el transporte público nos iban a afectar poco; estamos muy bien ubicados y además nos encanta pasear por París.
Al día siguiente, el día de la huelga, desayunamos, como de costumbre, en un café al lado del hotel. En el café había un buen número de clientes; nada anormal. Al lado del café hay una sucursal de BNP Paribas, que estaba trabajando normalmente. Las tiendas estaban abiertas prácticamente todas. En el camino desde la Pl. del Panthéon hasta el Sena, recorriendo la orilla izquierda, pasando por el puente de las Artes, caminando por la orilla derecha, rue Rivoli, Pl. del Mercado de St. Honoré, rue de St. Honoré (supercomercial), hasta Pl. Vendôme y Pl. Madelaine, es decir, en un recorrido largo (unos 10 kms.) y significativo, quizás contáramos cinco o seis comercios cerrados. En la calle un poco menos gente que en un día normal. Por supuesto, comimos tranquilamente donde creímos oportuno y, en ningún momento, vimos el mínimo conato de alboroto o violencia. Ni un solo “piquete informativo”, que dicho sea de paso, me parece un anacronismo en la era de la información. Otra cosa es la función coercitiva que en España damos a esa figura falsa del “piquete informativo”.
El camino de vuelta al hotel, lo hicimos por otro recorrido. Prácticamente por toda la orilla izquierda del Sena, por el Bvd. St. Germain hasta el Bvd. St. Michel, con la misma normalidad que habíamos hecho el recorrido de la mañana.
Cuando nos acercábamos al Bvd. St. Michel, vimos que la policía había establecido algunos cortes de calles. Luego comprobamos que el motivo era la manifestación de protesta, complementaria de la convocatoria de huelga, que debía pasar por el citado boulevard. Esta circunstancia me permitió ver, “in situ”, mi primera manifestación francesa, motivada por la protesta sindical en contra de la ley que pretende alargar la edad de jubilación de los 60 a los 62 años. Al disponer mi pequeña cámara de fotos de una función de video, grabé unos minutos de esta manifestación que he colgado en You Tube:  http://www.youtube.com/watch?v=2-orjyS6FxYHasta aquí los hechos tal y como los viví ese día. Mis conclusiones posteriores son las siguientes:
1.- Se percibe, a la legua, que en Francia sí hubo Revolución Francesa y que sí tienen perfectamente culturizado eso de la ciudadanía. Nos llevan 200 años de adelanto en este tema.
2.- Tan importante es el derecho constitucional de hacer huelga como el de no hacerla. La ventaja francesa es que de verdad se cumple. Ni un solo atisbo de violencia. Unos ejercían un derecho y otros el otro. Nadie se metía con nadie. Cada cual iba a lo suyo.
3.- La huelga estaba convocada, para protestar por una ley que se está estudiando y que aún no está aprobada. Aquí, los sindicatos han convocado el pasado mes de mayo o junio (no recuerdo bien), una huelga para protestar por una ley (la de la Reforma Laboral), que ya ha sido aprobada por las Cortes hará unos quince días. ¿No suena a cachondeo?.
4.- El área metropolitana de París, está poblada por mas de 12 millones de personas. Los sindicatos franceses hablaban de un seguimiento de la huelga (en toda Francia) de unos 3 millones de personas (el 25 % de la población del área parisina). El gobierno hablaba de 1 millón de huelguistas (el 8,3 % de la misma población).
5.- Tuve la oportunidad de conversar, durante la manifestación, con algún representante sindical, concretamente de la CGT. Intercambiamos puntos de vista y pareceres, con un respeto mutuo que nunca he visto en los representantes sindicales con los que me he topado en mi larga vida laboral (40 años). Mi interlocutor esgrimió sus argumentos (por cierto muy coherentes) y yo le hice algunas puntualizaciones que incluso agradeció. A eso le llamo yo ciudadanía. Al respeto mutuo de las ideas de todos los ciudadanos. Y en un momento tan propicio para el apasionamiento, como es una manifestación sindical, aquel ciudadano no perdió la compostura ni su condición ciudadana en ningún momento.
Al margen de consideraciones de otro tipo, que no vienen al caso, tengo que confesar que me dio una gran alegría, ver la lección de ciudadanía que estaba recibiendo gratuitamente. Mi frustración consiste en que yo no espero ver esa lección de ciudadanía en mi país en mucho tiempo. Mañana podría ser una buena fecha para que me tuviera que tragar mis palabras, cosa que haría con mucho gusto. Espero y deseo que mis hijos o como mucho mis nietos, puedan disfrutar de estos espectáculos ciudadanos, como el que yo viví en París, en Madrid, Barcelona, Sevilla o en cualquier pequeño pueblo de nuestro país.




5 comentarios:

Fernando Solera dijo...

Pues espera sentado, Armando. Mi mejor amigo me ha dicho en varias ocasiones que le gustaría saber lo que se siente viviendo en un país civilizado. Es un enamorado de Francia, aunque no precisamente de París. Leyendo tu crónica personal sobre la huelga gala, no me queda ninguna duda de que somos un país de tercera. Qué le vamos a hacer.

Un abrazo

armando alonso dijo...

Amigo Fernando, acabo de estar con unos íntimos amigos míos franceses que se encuentran en estos días en Madrid. Ayer vivieron "nuestra huelga" y me dicen que no les entra en su cabeza eso de los "piquetes informativos". Me corroboran que en Francia, en sus huelgas (y mira que hacen), el que quiere participa y el que no no participa, pero que nadie coacciona a nadie.
Lo dicho, dos cientos años de cultura republicana.
Un abrazo.

Josep Julián dijo...

Hola Armando:
Creo que en España se manifiestan los genes junto a las manifestaciones. Igual sucede en Italia donde, si cabe, son más pasionales pero mira tú que el alcalde de Roma está pensando en poner una tasa para que los convocantes paguen por el servicio de limpieza posterior. De todas formas, sin salir de Francia, me gustaría que preguntaras cómo se las gastan los manifestantes del sur cuando les da por volcar camiones llenos de tomate. París es otra cosa, como con más glamour.
Eso sí, lo de los "piquetes informativos" es un invento íbero y ya se sabe que conviene conservarlos como especie protegida que son. Que nuestro dinero nos cuestan, vamos.
Un abrazo.

armando alonso dijo...

Hola Josep:
Precisamente los amigos franceses de los que hablo son provenzales. Ellos vienen a vernos al menos una vez al año y nosotros hacemos lo propio yendo a Arles.
Del tema de los ataques a los camiones españoles de fruta y verdura, hemos hablado repetidas veces. Siempre se han avergonzado de esos salvajes (sean agricultores o gente pagada por los agricultores). Condenan esos comportamientos y se indignan de que sean franceses los que los provocan.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.

emilio dijo...

Hola Armando:
Qué envidia: en París cada dos años...y en otoño! Además con esta magnífica lección de ciudadanía que ya quisiéramos para nosotros. Un abrazo: emilio