Soy cliente de
Telefónica Móviles España S.A. (Movistar) desde 1998, cuando ni siquiera se
llamaba Movistar. He pagado puntualmente todos los meses mis facturas, como es
normal, y hasta el pasado 1 de febrero todo iba bien. Pero resulta que en la
factura de esa fecha me incluyen un cargo de 20 € correspondiente a 5 pagos Movistar, concepto que ni tengo
contratado ni sé lo que es. Entonces comienza mi aventura con ese servicio de
“Atención al Cliente” que es el teléfono 1004. Es decir, comienzo a darme
cabezazos contra el muro del 1004. Cada vez me dicen una cosa, hasta que alguien,
que al parecer entiende lo que demando, me
abre una reclamación y me dice que en el próximo recibo me abonarán la
cantidad indebidamente cobrada; y que toma nota para que no vuelva a
producirse. Efectivamente en el recibo de 1 de marzo, estaban abonados los 20
€, pero ¡sorpresa!, me cargan 25 €, correspondientes a pagos Movistar del mes anterior. Esta situación, vuelve a repetirse
en el recibo de 1 de abril, en el que me han abonado los 25 €, que previamente
tuve que reclamar por el mismo procedimiento anterior, lo que produce la
paradoja de un recibo de importe de -3,93
€. Como era de esperar, también en este recibo me han cargado otros 20 € de
pagos Movistar. Y casualmente, en mi
cuenta no se ha producido ningún abono de 3,93 €. Como puede suponer el lector,
tengo la cabeza dolorida de los cabezazos que me he dado contra el muro del
1004.
Cansado de tanto trajín, y habiendo
enviado una carta reclamación a Telefónica Móviles S.A. y otra a la Secretaría
de Estado de Telecomunicaciones, opto por iniciar los trámites de cambio de
operadora de telefonía móvil el pasado lunes. De nuevo ¡sorpresa!. Comienzo a
recibir llamadas de Movistar tanto para indagar por qué les abandono, como para
ofrecerme el oro y el moro si me quedo con ellos. Decido irme y seguir
reclamando mi dinero.
También
en este primer trimestre de 2.012, he tenido mi propia aventura con Banesto. Yo
tenía en Banesto un depósito de ahorro y una cuenta corriente en la que
periódicamente me abonaban los intereses del depósito. El contrato de esa
cuenta corriente refleja expresamente que no tiene ningún tipo de comisión de
mantenimiento. Todo iba bien y fuimos felices durante dos años, hasta que a
finales de enero decido cancelar mi depósito e irme a otro banco que me ofrece
mejores condiciones que Banesto. Al no necesitar la cuenta corriente, decido
cancelarla también. Acudo a una sucursal diferente a la mía y me indican que no
puedo cancelar la cuenta, porque hay que hacer una precancelación. En mis casi cuarenta años de profesión bancaria
(siempre en Sucursales), nunca oí hablar de esa figura operativa de la
precancelación; pensé, en un primer momento, que la cosa sería a consecuencia
de la reforma financiera. Acudo a la
sucursal de la que soy cliente y el director me cuenta una milonga que no
entiendo. Hace unos pases mágicos
desde su ordenador y me dice que ya puedo cancelarla desde la sucursal que
quiera. Al día siguiente en otra sucursal de Banesto, intento cancelar la
cuenta. El empleado que me atiende dice que le debo al banco veintitantos euros, cuando el saldo era de
1.387,59 € a mi favor. Ante mi protesta y después de hablar con el director de
mi sucursal, me indica que solo puedo retirar de mi cuenta 1.372,66 €, cosa que
hago inmediatamente. Al volver a casa reviso todos los movimientos de mi cuenta
corriente y descubro que en noviembre de 2011, tengo un cargo de 19,95 € por comisión de mantenimiento. Reviso mi
contrato de cuenta corriente y confirmo que está expresamente exenta de ese
tipo de comisión. Después de reposar el cabreo, decido presentar una
reclamación al Defensor del Cliente de Banesto, en la que denuncio como hecho
más grave, además de las molestias hacia el Cliente, el incumplimiento de
contrato. La reclamación tuvo entrada en la oficina de ese defensor el día 7 de
febrero. A los diez días, me llama alarmado el director de la sucursal para
indicarme que me han devuelto la comisión mal cobrada y que puedo ya cancelar
la cuenta. Pasados otros veinte días, recibo una llamada telefónica del Servicio de Calidad de Banesto para hacerme una encuesta sobre la bondad de los
servicios del banco, dado que soy un cliente
preferente. La pobre que tuvo que llamarme no sabía dónde meterse ante mis
respuestas. Hasta me enteré de que tenía asignado un gestor personal, que nunca
conocí ni tuvo a bien dirigirse a mí. Han pasado más de dos meses desde mi
reclamación y, al no recibir respuesta, iré a la Oficina de Reclamaciones del
Banco de España. Esto, además de ser efectivo, les jode mucho a los bancos.
Finalmente otra historia de hace quince
días. Soy Cliente de Canal+ desde 1992. Hace quince días, no me funcionaba el
decodificador. Llamo al 902 de turno y después de “marque 1, o 2, o lo que sea”,
consigo hablar con un ser humano. Me indica que tengo que cambiar el
decodificador en uno de sus concesionarios, o que viene un técnico a casa a
cambiarlo y me cobran 20 €. Los concesionarios que me indican no tienen
decodificadores y no puedo resolver el problema. Vuelvo a insistir al día
siguiente y la misma canción. Cansado, marco el dígito que me pone en comunicación
con el departamento de bajas.
Problema resuelto. Al día siguiente viene un técnico a mi casa, me trae un
nuevo decodificador último modelo, totalmente gratis. Además durante los
próximos seis meses me hacen un descuento del 25 % sobre el precio de la
suscripción. ¿Por qué me tengo que poner hecho un basilisco para que me
atiendan?. Los de Canal+ no lo saben, pero dentro de seis meses solicito de
nuevo la baja.
En estos ejemplos podemos ver cómo
funcionan de verdad las oficinas de supuesta atención al Cliente. Estas grandes
empresas consideran al Cliente como a un kleenex: usar y tirar. Además, la
gente somos dóciles y cómodos. ¡Para que voy a reclamar por cantidades tan
pequeñas!; no merece la pena molestarse. ¿Nos hacemos una idea de los millones
de euros que estas compañías se embolsan a cuenta de estas pequeñas estafas a
sus Clientes? ¿Cuántos millones de Clientes tendrán Banesto, Movistar, Canal+, o
cualquier gran compañía? ¿Cuántos millones de euros se estafan anualmente a los
Clientes por incumplimiento de contratos, a base de muy pequeñas cantidades que
no son reclamadas por desconocimiento o por comodidad? El Cliente está
considerado sencillamente, como ese tonto útil que engorda la cuenta de resultados.
Lo de menos es cómo. Lo que importa es cuánto.
2 comentarios:
Juegan muchísimo con la paciencia del cliente. A lo bestia. Lo mejor para estos casos, como tú has hecho, es hablar con el departamento de bajas. En ese momento todo cambia, como por arte de magia.
Como las empresas no se espabilen, van a perder muchísimos clientes, pues con la que está cayendo en España, la gente se acabará marchando con quien le ofrezca el mejor servicio y, sobre todo, el más barato.
Un abrazo
Hola Arnado: Creo que si alguien administrara una web en la que cada uno contara sus encontronazos con las grandes ( o no tan grandes) compañías y con la administración...¡se forraría!
Este verano hice un contrato con telefónica para los meses de julio y agosto.Pues bien, me estuvieron llegando recibos hasta navidad.
Primero hice como tú: llamadas y más llamadas. Al final corté por lo sano: pedí en mi banco la devolución de los recibos tal y como iban llegando...y quité la domiciliación de recibos.
Un abrazo: emilio
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