El pasado viernes acudí
a mí farmacia habitual para retirar tres medicamentos que me había prescrito mi
médica de atención primaria. Soy pensionista desde hace cinco años y estuve
cotizando a la Seguridad Social durante cuarenta y tres. Por mi condición de pensionista, estoy pagando el 10 % del coste de los medicamentos.
Pues bien, el precio venta al público
de las tres recetas a las que me refiero es de 26,29 €, y el coste para
este pensionista es de 2,63 €. Al ir
a pagar, me informan muy amablemente en la farmacia, que además tengo que pagar
1 € por cada receta, de acuerdo con
la Ley de Medidas Fiscales de la Comunidad de Madrid que entró en vigor el
pasado 1 de enero, lo que implica que el pago debe ser de 5,63 €. Le comento a la farmacéutica que no pienso pagar esa tasa,
facilitándome entonces unos formularios que tengo que rellenar, por triplicado
y por cada receta, con mis datos personales y los de la receta cuya tasa me
niego a pagar.
Mi negativa a cumplir con esta polémica
ley, recurrida por PP y PSOE ante el Constitucional, tiene dos sentidos. Uno,
el de la discriminación a los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, cuya salud tiene
un precio “especial” y yo quiero ser igual de “normal” que el resto de mis
conciudadanos de otras regiones.
El otro sentido es el
de la estafa, sí estafa, que supone encarecer de una manera arbitraria el coste
de las medicinas. En el ejemplo real que estoy analizando, esta tasa supone un
recargo del 11,41 % sobre el precio de venta al público. Pero en el caso de un
pensionista como yo, el recargo de esa tasa supone un 114,06 %.
Mi estado general de salud, del que
no me puedo quejar para mi edad, me exige un consumo de cuatro medicamentos
(cuatro recetas) mensuales, cuyo coste no excede de 50 €. Puedo pagar sin
esfuerzo los 4 € mensuales de esa tasa, pero no lo voy a hacer por las razones
que he expuesto anteriormente.
Lo que más siento de esta actitud
mía, es el trabajo inútil que le estoy ocasionando a mi farmacéutica. Ese trabajo
que no está remunerado por el impulsor de la tasa, es un trabajo “por amor al
arte”, como el que a mí me supone rellenar los formularios de negativa al pago
de la tasa.
Dudo mucho de que esa tasa dure
mucho tiempo. Además, ¿seguro que, una vez descontado el coste burocrático del
papeleo que han montado a los usuarios, a las farmacias y a la propia
Administración, la recaudación va a ser positiva? ¿O todavía va a costar más la
cinta que el manto?.
Esto es
una prueba más, por si hubiera pocas, de que los actuales dirigentes de la
Comunidad de Madrid, son “inútiles cum laude”; y la ciudadanía les importa un
bledo. Aquí lo importante es guardar el sitio y llenar la bolsa como sea. ¡Ah!,
y no se nos olvide que Dª Esperanza no se ha ido: está dirigiendo este teatro
de marionetas.
4 comentarios:
Pues que conste en acta, querido Armando, que me solidarizo con tu actitud y añado: si todos los madrileños hicieran lo mismo, ya habrían retirado la tasa.
Lo más curioso es eso, que ni en el PP se ponen de acuerdo y que atenta contra la igualdad de los españoles.
No sé si antes o después de publicar esta entrada se ha sabido que el sr. gonzalez se ha ¿comprado? un pisito por más de 700 mil € y claro, tu presi no va a poner impuestos a los que más tienen. Sería de bobos :-)
Un abrazo: emilio
Amigo Emilio.
El desprecio de los políticos, tanto me da de un lado que de otro, hacia los ciudadanos, está alcanzando límites muy peligrosos.
El nivel de corrupción es acojonante. Y la desconfianza ciudadana desalentadora.
Pero mantengo la esperanza de un nuevo "Big Bang" cultural, que se está cociendo, y acabará (espero que pacíficamente) con este desastre de sociedad que hemos creado y mantenido.
Un abrazo.
Los movimientos pendulares son muy lentos, Armando: ¿veremos nosotros ese big bang?
Pues a lo mejor sí lo vemos Emilio. La actual tecnología permite que "el péndulo" vaya más rápido.
Un abrazo.
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