miércoles, 12 de noviembre de 2008

LA ABUELA DORA

Querida Dora:

Con las botas puestas, en pleno apogeo de tus facultades, haciendo lo que querías, mandando como muy bien sabías, totalmente en forma, de esta manera tan natural para ti, así te has ido. Dejándonos preparada para cenar, una pasta de croquetas que tú, sin duda alguna, hacías mejor que Manoli.

Lo que no nos habías contado es que tenías una cita a eso de las seis de la tarde del pasado día 10 y que era la cita más importante de tu vida. Y no era para irte a Montejo ni a Benidorm, era para irte más lejos. Y nos pilló a todos de sorpresa; desprevenidos. Y ahora estarás ahí, tan feliz.

Y habrás visto a Anselmo, y a Aniano y a Justa, a tu hermana Matilde, y a la tía Valen, y qué sé yo. Seguro que ya os habréis echado algunos chascarrillos.

Pues aquí, nosotros, echándote de menos y recordando lo mejor de tu vida. Tú siempre tuviste el privilegio de ser mas lista que todos nosotros. Además de heredar la bondad de los Pineda, tenías una importante vena Viñesa que te recorría por todo el cuerpo y los que te conocimos más de cerca, lo veíamos a diario.

Una de tus hijas me comentó cuando hacías tu último viaje hacia la Almudena, y en un bache, las flores que te acompañaban a tus pies se ladearon desordenadamente, que te había oído decirle al chófer. “Cuidado hijo, que se están descolocando las flores y se van a estropear”. Y yo, y todos los que te conocíamos entendemos esa reacción tan tuya, tan de Dora. No se te escapaba una. No perdías ripio.

- Y tú, ¿por qué no comes más? "hijo un demonio", ¿es que no te gusta?.
- No Dora es que ya no tengo mas hambre.
- Ahhhh.
Y todos sabíamos lo que quería decir ese Ahhhh. Con ese tonillo tan peculiar que empleabas.
- Manoli, hija, saca mas comida que parece que los chicos se van a quedar con hambre.
Y tú eras la más feliz.

El 11 de febrero de cada año, cuando nos invitabas a comer por tu cumpleaños y te veías rodeada de hijos, nietos y bisnietos, no cabías en la silla de felicidad. Todo se te hacía poco y, como siempre, controlando el último detalle. Y diciendo que aquel conjunto que alguien te había regalado era grandón; o que ya tenías muchos estuches, o pañuelos; o que aquella colonia era así o asá; o qué se yo. Y todos nosotros lo sabíamos y aceptábamos que fueras así, la auténtica Dora. Y malo si así no fuera. Era síntoma seguro de que estabas fastidiada y que no te encontrabas bien. Pero todos nosotros te queríamos de esa manera. Y tú nos querías a nosotros. Y mucho.

-Y tus padres ¿cómo están?. Dales recuerdos míos. ¡Cómo me acuerdo de tu madre!. Dales un beso cuando los veas.
-¿Y los niños?
- … …
Y así, uno por uno, ibas haciendo el recorrido por todos nosotros. Porque te interesabas por todos y te preocupabas por todos.

Cuando te preguntábamos ¿qué tal estás?, depende en qué ocasiones nos comentabas aquello de “ese dolorcillo” que te hacía polvo al andar, o lo de “parece que no estoy peor".
En cuando a los hospitales, te volvían loca. Aun recuerdo una de tus estancias en el Ramón y Cajal. Ya no sabían qué decirte para que te fueras, cuando estabas recuperada hacía días. Cada uno tenemos nuestras manías. ¿verdad Dora?.

Y mil historias más que podríamos estar recordando horas y horas. Y mil historias humanas, llenas de ese estilo que solo tú tenías y que vamos a recordar por mucho tiempo.
Pero nosotros nos hemos quedado muy solos sin ti. Y te recordaremos con una sonrisa. Yo, personalmente voy a echar en falta eso que me repetías una y otra vez durante 40 años cuando me iba de tu casa: “Hijo, ve con cuidadito que cada día hay mas accidentes”.

Y yo te diría ahora a ti: “Dora, ¿has llegado bien?”.

Un beso.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Abueli, ¿es verdad que hay de todo en la viña del Señor?

Un beso muy fuerte del "canalla" que siempre te querrá y nunca te olvidará. Dale un beso al Abuelo de mi parte y dile que sigo sin ser del Madrid.... y que me acuerdo mucho de él.

Anónimo dijo...

El retrato que trazas de quien sin duda ha debido ser una de las personas más importantes de tu vida, amigo Armando, me recuerda la literatura del gran Delibes: cálida y cercana. Humanísima, como Dora.

Elefante Blanco dijo...

Un resumen de una vida visto desde ti y desde tu cariño por Dora que estremece y dice mucho de un amor a la vida que, por supuesto, no niega la muerte.

Gracias y un abrazo.

julio navarro dijo...

así, más o menos, quizá algo más cascarrabias, en febrero hará dos años se apagó mi suegra.