lunes, 3 de noviembre de 2008

LOS AMOS DEL MUNDO

Esta tarde he recibido en mi correo electrónico un documento que merece la pena compartirlo con todos vosotros. Se trata de un artículo escrito por Arturo Pérez-Reverte y publicado en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998.
No he podido comprobar la veracidad de la fecha de publicación, ni la autoría, pero si todo es cierto, es lo mas parecido a una profecía que yo conozco. Lo transcribo a continuación.

"Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días.
Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.
Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza."

Sin comentarios.

3 comentarios:

julio navarro dijo...

la confusión provocada a propósito entre economía real y especulación era algo que estaba a la vista. Sólo que avalada por una escuela, la de Chicago, y unos resultados macroeconómicos que hacían que todo el mundo cerrara los ojos a la gran estafa.

¿Qué más daba que algunos se llevaran una pasta gansa, si todos (no todos, es cierto, pero sí gran parte de nosotros, los blanquitos europeos, y los wasp americanos) íbamos "mejorando" nuestro nivel de vida?

Se veía venir, por supuesto que sí, pero no era de buen tono decirlo.

Y aunque a veces ocurría el desastre (por ejemplo el corralito), siempre era parcial y eran otros los afectados. Y si te afectaba a tí, te cagabas en la puta madre de los peronistas o en la de todos los argentinos, según tu ideología política.

Salut

Anónimo dijo...

Yo también he leído ese artículo, Armando, y al parecer sí estuvo escrito en esa fecha. Pérez Reverte podrá caer mejor o peor, pero es un tío muy inteligente, y sabía perfectamente de lo que estaba hablando.

Este sistema que ha estado funcionando durante tantas décadas, Armando, ha muerto. Ellos se lo han cargado. Pero no contentos con eso, pretenden ahora llevarse hasta el polvo de la mesa, y que el expolio lo pagues tú. Así de claro.

Y lo peor de todo, es que aprovechando la situación tan caótica que se avecina, van a intentar establecer un Nuevo Orden Mundial, algo que se está persiguiendo desde hace mucho años. Aunque de esto último no hable en su artículo Pérez Reverte, pero te lo digo yo.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

No sé si el artículo es de hace diez años, pero lo cierto es que podría haberse escrito ayer mismo, porque más vigente imposible. Y de Arturo Pérez-Reverte, al que conozco en persona, decir tan sólo que gana mucho en la distancia corta e incluso puede llegar a ser hasta una persona agradable, agradable al modo "revertiano" se entiende, por supuesto.