martes, 2 de abril de 2013

EN LA HIGUERA. (5/5)




Dos casas más abajo de donde estaba la Oficina, vivía “el Chato”. Pasaba buenos ratos en la Sucursal, mientras yo trataba de convencerle que abriera una cuenta. Me había dicho que tenía el dinero en casa y que lo estaba pensando. Un día, a eso de las dos de la tarde, cuando iba a cerrar la Sucursal, aparece el buen señor y me dice que si puedo ir a su casa para abrirle la cuenta e ingresar el dinero que tenía. Tomo la documentación y me voy con él. Hacemos los trámites de apertura de cuenta y cuando llega la hora de traer el dinero, aparece con una olla de barro antigua, llena de billetes de todas las denominaciones. Había billetes que yo no había visto nunca. Gracias a que un  antiguo cajero de la Oficina Central me había prevenido de este supuesto, pude saber que solo valían los billetes emitidos después de finalizar la guerra civil. Curiosamente no había ninguno anterior. Esto se llama cultura popular práctica.

Al día siguiente, acude a la Sucursal para decirme que si podemos ir en mi coche a una de sus huertas a coger unos tomates que me quiere obsequiar. No me puedo negar. Y después de coger en su casa unas banastas, nos acercamos a su huerta. Cogemos una banasta de tomates e iniciamos el camino de vuelta. Es en ese momento, cuando me indica que me meta por un pequeño sendero que parte de la carretera. Llegamos a la valla de otra huerta (que presumo suya) y paramos al pie de una frondosa higuera. Me dice que también vamos a coger higos. Se sube al árbol y yo me quedo en tierra para recibir los higos y depositarlos en otra banasta, hasta que se llena.

Volvemos hacia el pueblo en animada conversación sobre temas hortícolas, que él domina perfectamente y de los que yo no tengo ni idea. En un momento de la conversación le indico, que yo no sabía que tenía otra huerta donde la higuera. Él me contesta diciéndome que aquella huerta no era suya; que los higos los habíamos robado. Yo no sabía dónde meterme. Entonces comprendí el significado de la expresión “estar en la higuera” y nunca mejor dicho.

Le comento que si en el pueblo se enteran que “el de la Caja”, “el forastero”, se ha ido a robar higos, mañana me echan del pueblo. “¡Vaya un ejemplo!. ¿Y si nos llega a ver el cabo de la Guardia Civil?” le pregunto. “¿Nos ha visto?”, me contesta, “pues entonces ¿por qué te preocupas?; yo no voy a decir nada a nadie ¿vale?”.

A pesar de todo, yo sentía un cosquilleo en el estómago muy molesto. Aunque de manera inconsciente, había estado robando higos con aquel cachondo mental. Estaba claro que yo no tenía madera para ser máximo ejecutivo de una Caja de Ahorros: no sabía ni robar higos. Por cierto, estaban buenísimos.

Estas breves historias, tan solo han sido una pequeña muestra de una vivencia muy intensa, de solo nueve meses, en una cultura muy diferente de la que yo conocía hasta entonces. Esta experiencia “rural” me ha servido de mucho en mi vida. Fue en ese momento, cuando mi mente se abrió a los diferentes entornos culturales que nos rodean y cuando comencé a interesarme más, por las diferentes maneras de pensar y de vivir que tenemos las personas. Estoy muy agradecido a aquellas gentes de Algete, que, como decía el cura, eran buenas personas. Gente de fiar.

6 comentarios:

manolo dijo...

Muy interesante, y además me ha traído buenos recuerdos de mi etapa al frente de una oficina de pueblo.
Me ha gustado mucho tus "batallitas".
Un saludo,
El eremita.

armando alonso dijo...

Gracias Manolo por tus comentarios.
Repito que, a mí, esta experiencia me formó una barbaridad como persona.
Un saludo

A. Garcia Portela dijo...

Amando ¡que bonito¡
Que bien creada la atmósfera del pueblo, me recuerda el Camino de Delibes.
Saludos.

armando alonso dijo...

Muchas gracias Angela.
He procurado reflejar la realidad que viví y de la que tanto aprendí.
Un saludo

Fernando Solera dijo...

Es que los que somos de natural honrado, lo pasamos bastante mal cometiendo esas 'ilegalidades'. No servimos para políticos, Armando, desengañémonos.

Un abrazo.

armando alonso dijo...

Fernando, muchas gracias por tus comentarios. Como indicas en alguno, el cambio fue brutal. Pero como he repetido varias veces, fue una experiencia muy positiva para mi formación como persona.
Un abrazo.